Taller de Montessori en Entreálamos
Hace ya algunos años, en mi experiencia para trabajar con personas con deterioro avanzado (demencias en estadio grave), me encontré con la dificultad de que las actividades de estimulación cognitiva que habitualmente se utilizan en las residencias y centros de día, no eran aplicables a este grupo de pacientes, con lo cual llegaba un momento en el que se deja de trabajar con ellos, o se intenta que sigan realizando estas mismas actividades de forma no exitosa, o bien se les «entretiene» proporcionándoles actividades demasiado básicas que pueden caer en el infantilismo, perdiendo el sentido de dicha estimulación.
En la fase de demencia grave, quedan habilidades residuales que pueden seguir trabajándose para seguir manteniendo su independencia en la vida cotidiana, por tanto la estimulación que debe hacerse es muy diferente a la que se realiza en demencias iniciales y moderadas.
Cuando descubrí la metodología de Montessori se abrió un mundo de posibilidades para el tratamiento de nuestros residentes con demencias avanzadas. En sus orígenes, la doctora Maria Montessori ideó esta metodología para trabajar con niños y niñas en un proceso educativo, y hoy en día es una pedagogía alternativa que se emplea en muchos colegios de élite. A lo largo de este siglo se han descubierto las beneficios que obtenemos al trabajarlo con pacientes mayores, adaptando el método Montessori a residentes que padecen una enfermedad neurodegenerativa en cualquiera de sus estadios.
El objetivo de aplicar el método Montessori a estos pacientes es que conserven sus capacidades y sigan interactuando con el entrono físico y humano de forma exitosa. Se trata de ejercicios muy sencillos, personalizados y adecuados al deterioro de cada uno, lo que produce consecuencias muy positivas en el enfermo durante la realización del taller: reducción de los niveles de ansiedad, disminución de episodios de agresividad, interacción y comunicación con otros residentes. En definitiva, mejora su estado de ánimo y por lo tanto su calidad de vida. Se trata de actividades de entrenamiento cognitivo y funcional que utilizan objetos de la vida cotidiana fácilmente reconocibles y que permiten que el usuario obtenga éxito en lo que realiza, ajustándose a sus capacidades y competencias. Para ello se emplean medios y materiales cotidianos, como jarras de plástico, platos, pinzas, pelotas, lana, legumbres, embudos, cubiertos, flores y plastilina, entre otros.
En el trabajo con estos residentes he visto cómo en esta fase avanzada, en que a priori pensamos que ya no tiene capacidad de aprender, cuando se les ponen los ejercicios que hacen habitualmente, reconocen la actividad y saben lo que tienen que hacer sin apenas darle instrucciones, o sin dárselas en absoluto. También he visto pacientes con trastornos de agitación motora y conductas de desinhibición, lograr que se concentren y realicen el taller, sin manifestar comportamientos inadecuados y sin necesidad de tener contenciones mecánicas que habitualmente necesitan tener puestas por riesgo de caída. Asimismo, personas cuyo síntoma principal es la apatía y los pensamientos repetitivos, durante la realización de las actividades, demandan que se les den más ejercicios, ya que disfrutan lo que hacen.
A largo plazo, se consigue en los participantes de este taller una reducción de las alteraciones conductuales, una mejora de la capacidad funcional básica y una mejora en las habilidades motoras.
María Montessori creía que cada persona debe ser tratada desde el respeto y la compasión y los principios de su pedagogía podemos resumirlos en: la autonomía, la independencia, la iniciativa, la capacidad de elegir, el desarrollo de la voluntad y la autodisciplina. En Entreálamos queremos mantener estos principios con los residentes, ya que pensamos que ésta debe ser la filosofía que nos guíe siempre en el trato a nuestros mayores.